Metodos de propagacion - Biologia, botanica , ciencia salud y medio ambiente (Solo texto)


Métodos de propagación

Propagación sexual

La reproducción sexual o por semillas mantiene la variabilidad genética y el avance evolutivo de las especies (Rojas Gonzáles et al. 2004). Esta técnica de propagación requiere que la planta madure para producir frutos siendo esta una de sus principales desventajas productivas. En cuanto a tiempo se refiere, a nivel de vivero es muy utilizada en la propagación de patrones por semilla para ser empleada en la propagación por injertos.

Propagación asexual

Según Rojas Gonzáles et al. (2004) la propagación asexual o clonación es una técnica importante en la multiplicación y conservación de especies, principalmente arbóreas, en peligro de extinción. La reproducción asexual se emplea para multiplicar plantas idénticas que conserven de una generación a otra, características deseables, como la alta productividad, calidad superior o tolerancia al estrés biótico o abiótico. Así, los brotes pueden formar raíces en determinadas condiciones, lo que ha originado las practicas de propagación asexual por acodo (enraizamiento de tallos mientras permanecen en la planta madre), estacas (trozo de ramilla o de brote) y micro propagación (ápice) (Gil Salaya 1999).

Acodo

El principio del acodo consiste en colocar una parte del vegetal (rama o brote) en condiciones favorables para que emita y desarrolle raíces, estando adherida a la planta madre (Rojas Gonzáles et al. 2004; Alvarez Argudín 1996 y Gil Salaya 1999) Una vez desarrolladas las raíces se separa y se planta, donde crecerá sobre sus propias raíces, como un individuo, semejante a la planta que le dio origen (Alvarez Argudín 1996). Tanto Rojas Gonzáles et al. (2004), como Hartman y Kester (2001) describen que cada célula vegetal está capacitada para especializarse, reorganizarse y formar cualquier parte o toda una planta debido a la información genética que posee.

A partir del meristemo primario y secundario se efectúa una diferenciación celular bajo condiciones de luz (su ausencia produce etiolación favorable al tejido), temperatura, nutrimentos y sanidad entre otras. El acodo se debe efectuar en ramas vigorosas ya que, con el objeto de reducir la circulación de la savia y provocar la emisión de raíces por encima de la misma, la planta al ser acodada se debilita (decolorándose) y tiende en la mayoría de casos a deteriorarse (Romero y Díaz de Lozada s.f.).

Tipos de acodo

Acodo simple o murgón

Se emplea en plantas de tallos flexibles y de poca altura como por ejemplo la vid (Vitis vinifera). Este sistema, consiste en doblar un brote o rama fuerte, suficientemente larga y, que nazca de la parte inferior de la planta, introduciendo un tramo en forma de arco en una zanja, con el extremo de la rama por fuera que se ata a un tutor (Alvarez Argudín 1996 y Gil Salaya 1999).

Además Alvarez Argudín (1996) sugiere que la zanja sea de 20 a 25 cm de 6 profundidad, y se le coloque estiércol u otra fuente de materia orgánica, tapándolo con tierra preferentemente suelta, fértil; especificando que se deje el extremo de la rama con 15 a 30 cm afuera de la tierra practicando en la zona curvada bajo la tierra incisiones o anillado (Anexo 8) El tiempo para la formación de raíces y la separación de la planta madre sucede entre uno y dos años (Gil Salaya 1999 y Alvarez Argudín 1996).

Acodo en cepa o montículo

Este método es empleado en plantas con ramas rígidas que año tras año pueden producir brotes abundantes en su corona (al ser recepada); el número de brotes por cepa varía según especie, variedad, edad y cuidados (Alvarez Argudín 1996).

De acuerdo con Alvarez Argudín (1996) y Gil Salaya (1999), en el acodo en cepa, las plantas madres se establecen cada 50 cm en surcos profundos separados 1.5-2.0 m con el cuello más bajo que el nivel del terreno dejándose crecer libremente durante un año, luego se decapitan las plantas a ras del suelo o más bajo, una vez los brotes alcanzan de 10 a 15 cm deben ser aporcados varias veces de modo que ¾ partes del brote queden cubiertas con tierra suelta (turba, aserrín).

Se desaporcan y cortan los brotes enraizados al cabo de un año y se repite el proceso para la obtención de nuevos brotes (acodos). Alix (1999) dice que, finalmente se poda de nuevo la planta madre para prepararla hacia otra producción de brotes (Anexo 8).

Acodo en trinchera

Se comienza plantando las plantas madres en un surcos a una distancia de 45 a 75 cm y con una inclinación de 30 a 45º, acostándolas hasta que quede plana en el fondo de la trinchera Alix (1999). Cuando emergen los brotes se procede a aporcarles las bases como en el caso anterior se aporcan los brotes hasta dejar 20 cm enterrados y se espera a que emitan raíces , procurando dejar pequeños brotes en la planta madre para que produzca el siguiente año (Gil Salaya 1999).

Acodo aéreo.

Pueden hacerse acodos aéreos, casi con cualquier planta leñosa y pueden ser un método excelente para propagar pequeños árboles individuales. Para ello, se utilizan retoños relativamente jóvenes, vigorosos y bastante leñosos para resistir el tratamiento (Rojas González et al. 2004).

Según Alvarez Argudín (1996) y Gil Salaya (1999), el método consiste en elegir una rama o brote, de 15 a 30 cm de la punta, donde se hace una incisión anular quitando un anillo de corteza de 1.5 a 2.5 cm de ancho donde se coloca material que conserve la humedad (ej. Tierra y musgo bien húmedo) como medio de enraizamiento y se cubre con polietileno (plástico) amarrando sus extremos.

 Cuando emite raíces se corta, separándose como una nueva planta. Godínez et al. (2000) describe el método en aguacate, para manejarse en condiciones de invernadero iniciando con la siembra de la semilla del patrón, que al alcanzar 20 cm de altura se injerta y al iniciar la brotación se le coloca en cámara oscura (generalmente especializadas para producir etiolación), cuando el brote alcanza 30 cm de altura, a 4 cm sobre la unión del injerto, se le hace un leve raspado en sus lados opuestos y se aplica un enraizador, se coloca un vaso transparente con sustrato y se sostienen con un tutor. Lener y Dana (s.f.) exponen que los acodos aéreos se hacen generalmente en brotes jóvenes o parcialmente endurecidos del grosor de un lápiz o ligeramente más grande, efectuando un corte lateral inclinado de 1 a 1.5 pulgada de largo hacia arriba, separando el corte con un palillo de dientes para evitar que se soldé la herida donde se le aplica una la hormona en polvo, se coloca el sustrato envolviéndolo con plástico atando sus extremos.

El acodo aéreo es un método simple pero mal adaptado a la masificación por lo que no es muy usado en la fruticultura comercial. (Alvarez Argudín 1996).

El sustrato

La humedad suficiente es la clave al éxito, por lo que el acodo debe cubrirse con material favorable humedecido; ligero, poroso, que permita el intercambio de oxigeno alrededor de la herida o anillado; que evite la pérdida de la humedad interior y deben inspeccionarse regularmente y humedecerlas cuando sea necesario (Rojas Gonzáles et al. 2004; Romero y Díaz de Lozada s.f.).

Así, el musgo, la fibra de coco, el aserrín, la vermiculita o las mezclas de tierra con cualquiera de estos sustratos han demostrado ser convenientes. Un poco de tierra de debajo de los árboles establecidos puede agregarse al sustrato para ayudar en el proceso de enraizamiento, sobre todo para especies que requieren microsimbiontes (Rojas Gonzáles et al. 2004).

En el caso del aserrín como sustrato, Alix (1999), menciona que debe estar de un color bien descompuesto para reducir daños y pérdidas provocados por hongos y bacterias.

Trasplante de acodo

Para mejorar la proporción de supervivencia del acodo enraizado, se podan las raíces del retoño unos días antes del corte del acodo, para estimular el crecimiento de las mismas. A la cosecha, los acodos deben ponerse inmediatamente en un recipiente con agua para sembrarlos en condiciones de luz apropiada, y medio nutritivo, bajo la sombra, preferentemente bajo condiciones húmedas (Rojas Gonzáles et al. 2004).

En la plantación de estacas semileñosas y herbáceas, debe tenerse en cuenta que, de las hojas presentes en las estacas, si bien estimulan la formación de raíces, al transpirar, producen una pérdida de agua tal, que puede ocasionar su muerte, antes que restituyan el agua perdida. (Alvarez Argudín 1996); por eso para reducir al mínimo la transpiración foliar, la presión de vapor de agua de la atmósfera que las rodea, debe mantenerse tan semejante como sea posible a la presión de agua que existe en los espacios intercelulares de la hoja (Harmann y Kester 2001).

Factores que afectan la rizogénesis de plantas propagadas por acodo

Las raíces de tipo adventicio son las que no se forman de otras raíces ni tienen origen embrional, sino que aparecen a partir de grupos de células vivas o parenquimosas de ramas y tallos (Calderón Alcaraz 1998).

Los factores que influyen en la rizogénesis son: heridas, anillado, etiolación, juvenilidad, uso de reguladores de crecimiento. En la zona de enraíce, el enraizamiento del acodo depende, de que, exista humedad continua, buena aireación y temperaturas moderadas; teniendo la ventaja de permanecer con su xilema intacto al estar unido a la planta madre y reciba nutrientes a diferencia del estaquillado (Alvarez Argudín 1996).

Acondicionamiento fisiológico

La inducción del enraizamiento en el acodamiento puede estar asociada con alguna condición fisiológica específica del tallo asociada con la época del año. En muchos tipos de acodo, la época apropiada está asociada con el movimiento de carbohidratos y otras sustancias hacia las raíces al final de un ciclo estacional de crecimiento (Hartman y Kester 2001).

Influencia de la yema y hoja

Fiorino y Vitagliano citados por Alvarez Argudín (1996) y Harmann y Kester (2001) exponen que, si los carbohidratos contribuyen a la formación de raíces, es probable que, el fuerte efecto promotor que ejercen las hojas (que produce hidratos de carbono) y las yemas, se deba a otros factores, como la auxina, producida por esos órganos y transportada desde el ápice a la base, ya que se conoce que las auxinas son las que favorecen el enraizamiento pero son producidas en las yemas del ápice.

Influencia de las reservas

El tallo permanece adherido a la planta, durante el enraizamiento es aprovisionado constantemente de agua y minerales a través del xilema intacto (Hartman y Kester 2001). Por lo que la buena nutrición de la planta madre, favorece el enraizado (Alvarez Argudín 1996).

Tratamiento al tallo

Se induce la formación de raíces adventicias en tallos adheridos, mediante diversas manipulaciones mecánicas de los mismos que ocasionan una interrupción en la translocación hacia la raíz de materiales orgánicos: carbohidratos, auxinas, y otros factores de crecimiento de las hojas y en las puntas de crecimiento de las ramas. Estos materiales se acumulan cerca del punto de tratamiento y ocurre el enraizamiento como lo haría en una estaca de tallo (Hartman y Kester 2001).

Efecto del descortezado anular

Al practicarse una incisión anular, se forman raíces por encima de la misma. Este hecho, se puede interpretar, como que la rizogénesis depende de una sustancia emitida por la yema y que circula por el floema hacia abajo; ya que al quitar la corteza, su acción es detenida (Bouard y Pouget, citados por Alvarez Argudín 1996), acumulándose la mayor cantidad de carbohidratos y hormonas en este sitio, sin afectar la sobrevivencia de la planta. La emisión de raíces se puede estimular con la aplicación de reguladores de crecimiento u hormonas (Hartman y Kester 2001; Rojas Gonzáles et al. 2004). En el caso de las estacas Jauhari y Rahman, citados por Gil Salaya (1999) también sugieren que antes de hacerlas, deben tomarse algunas medidas como el anillamiento para mejorar la condición de la ramilla.

Heridas

Harmann y Kester (2001) opinan que, el efecto beneficioso de la herida, puede deberse a una acumulación natural de auxinas y de carbohidratos en el área lesionada y a un incremento en la tasa de respiración.

Además, los tejidos lesionados por las heridas, se estimulan para que se produzca etileno, que, como se sabe, promueve la formación de raíces; hecho que también se favorece en el enraizado de estacas. Fiorino y Vitagliano y Howard et al., citados por Alvarez Argudín (1996) concuerdan en el hecho de que, existe una hormona de herida, a cofactores, y, que el efecto de la herida produce una mayor absorción del AIB, intensificándose el proceso de inducción de la rizogénesis.

Nudo

Swingle; Beakbane, citados por Gil Salaya (1999) dicen que una zona propicia para emitir raíces es el nudo, donde el parénquima, los rayos y la tráquea de ramas y hojas se cruzan con el cambium, y Doud y Carlson citados por Gil Salaya (1999) agrega, que, en el nudo hay riqueza de almidón.

Edad de la planta

En una planta se dan tres fases: una juvenil, de transición y adulta; estas poseen variabilidad en crecimiento y desarrollo. Hartman y Kester (2001), afirman que, en las distintas fases de las plantas ocurren diferencias en la capacidad de sus partes para regenerar ramas o raíces, siendo la regeneración más probable en la fase juvenil que en la madura.

Así en la propagación asexual se produce un marcado cambio de la fase juvenil a la adulta. En una planta la fase juvenil se sitúa cerca del sistema radicular, este hecho ha sido aprovechado, en prácticas como el acodo en cepa y la poda severa en plantas madres para la obtención de estacas (Alvarez Argudín 1996).

Garner y Hatcher, citados por Gil Salaya (1999) dicen que las podas severas en plantas madres de difícil enraizamiento, las mantienen en un estado vegetativo para la obtención de patrones clonales. Mahlstede y Haber; citados por Alvarez Argudín (1996) y Hartmanny Kester (2001) afirman la importancia de las estacas tomadas de plantas jóvenes, que enraízan mejor que las extraídas de plantas viejas.

En árboles viejos, la poda de rejuvenecimiento se realiza a una altura de 1 a 1.2 metros en corte inclinado, dando lugar al creciendo de los nuevos brotes (Godínez et al. 2000). Mahlstede y Haber, citados todos por Alvarez Argudín (1996) y Hartman y Kester (2001) explican que, las técnicas que provocan el rebrote como en el acodo en cepa, dan origen a brotes adventicios que desarrollan a partir de los esferoblastos los inducidos, que son estructuras donde se acumulan tejidos conductores y meristemáticos, que, promueven más fácilmente la formación de raíces.

Por su parte Hartman y Kester (2001) mencionan que la relación entre el estado juvenil y el enraizamiento, se podría explicar por el incremento en la producción de inhibidores de las raíces a medida que la planta aumenta de edad. Otra hipótesis se refiere a la reducción de fenoles (postulados como cofactores o sinergistas de la auxina en la iniciación de raíces) en las formas adultas.

La etiolación induce cambios anatómicos que podrían incrementar la iniciación de los primordios radicales por las células parenquimáticas. Así como se ha visto que, las ramas de la planta al envejecer, pierden su poder de para enraizar, las hojas, también, al volverse senescentes, tienden a perder su poder estimulante, e inclusive, volverse inhibidoras (Favre; Margara, citados por Alvarez Argudín 1996).

Exclusión de la luz y la etiolación

La exclusión de la luz de la parte del tallo en que se van a desarrollar raíces, es una característica común de todos los métodos de acodamiento. Se debe hacer una distinción entre blanqueamiento, ocasionado por la cobertura de un tallo intacto, después que se ha formado; y el etiolado, que es el efecto producido al alargarse un tallo en ausencia de luz.

Los tallos intactos de algunas plantas sólo pueden producir raíces después del blanqueamiento; pero en otros también puede necesitarse la interrupción del floema. Sin embargo, el estímulo más grande a la producción de raíces se presenta cuando los tallos inicialmente en crecimiento se cubren con el medio de enraizamiento (Hartman y Kester 2001).

El sombreamiento por cubrimiento con cinta de la zona de la ramilla que servirá como base de una estaca, o con tierra u otro material en el acodo, produce el efecto de etiolación, con blanquecimiento de la epidermis, adelgazamiento de paredes celulares y aumento de tejido parenquimático, el que aumenta la capacidad rizogénica (Frolich, citado por Gil Salaya 1999).

En tejidos etiolados por sombra el nivel de auxina es mayor, posiblemente porque la luz favorece su oxidación (Kawase, citado por Gil Salaya 1999). La etiolación induce cambios anatómicos en los tejidos del tallo que podrían incrementar la iniciación de primordios radicales, principalmente por las células parenquimáticas indiferenciadas y la falta de barreras mecánicas (Rodríguez Navas, 2003).

Los brotes o estacas que se desarrollan en sus etapas iniciales en completa oscuridad, tienden a formar raíces más fácilmente que los que crecen a la luz. Este hecho conocido como etiolación ha sido comprobado por numerosos experimentos. Encontrándose en los tejidos etiolados cantidades ligeramente mayores de auxinas endógenas en comparación con los tejidos no etiolados (Alvarez Argudín 1996).

Auxinas

Según Tizio, citado por Alvarez Argudín (1996) Las auxinas son reguladores de crecimiento que influyen fundamentalmente en la extensión de la pared celular y en la entrada de agua en la célula. Chaussat y Courduroux, citados por Alvarez Argudín (1996) dicen que las auxinas promueven la formación de raíces permitiendo a la planta o parte de ella, adquirir las propiedades morfogenéticas propias de los tejidos jóvenes.

El aumento en la capacidad de enraizamiento de estaquillas tratadas con auxina se atribuye a los efectos positivos de estas sobre la división celular, unido al reconocido efecto de las auxinas de promover el transporte de carbohidratos y cofactores foliares hacia las regiones tratadas con auxinas (Phillips, citado por Ruiz-Solsol y Mesén 2010).

Otro efecto de las auxinas sobre la formación de raíces radica en su capacidad de estimular la síntesis de ADN, lo cual resulta en una mayor división celular (Gaspar y Hofinger citados por Ruiz-Solsol y Mesén 2010). En general, se cree que ella induce la formación de un nuevo tipo de ARN, y en consecuencia, de nuevas enzimas y proteínas (Rojas Garcidueñas, citados por Alvarez Argudín 1996). El ARN se entiende interviene en la iniciación de los primordios de raíz (Harmann y Kester 2001).

Se conocen en la célula, varias moléculas que pueden tomar el lugar de la auxina por tener una configuración química parecida, pero, que, al unirse con el compuesto con el que se debería iniciar la reacción (enzima, ADN, ARN o cualquier metabolito), forman un complejo inerte, por lo que no son capaces de inducir acciones metabólicas pero además bloquean la acción de la propia auxina.

Humedad

La hidratación de las células permite que, el asiento rizógeno, reaccione a la sustancia emitida por la yema (Alvarez Argudín 1996) por ello, la humedad en el suelo es fundamental pues las raíces son más sensibles a pequeñas aflicciones que los brotes (Richards y Cockroft, citados por Gil Salaya 1999).

Temperatura

Margara; Bouard y Pouget, citados por Alvarez Argudín (1996), explican que “puede ser que la temperatura se manifieste sobre la rehidratación de las estacas y sobre las divisiones celulares”. Además agrega que su influencia es más evidente, en estacas leñosas de difícil enraizamiento

Oxigeno

La oxigenación del medio se ha considerado siempre favorable, de ahí que el sustrato debe asegurar una buena aireación, siendo fundamental un buen drenaje (Alvarez Argudín 1996). Un buen desarrollo radical necesita de oxigeno, generalmente sobre 10% asegurado por los poros de una buena estructura de suelo ((Williamson; Huck; Duncan, citados por Gil Salaya 1999).

Luz

De acuerdo con Margara, citada por Alvarez Argudín (1996) la luz en el medio de enraizamiento favorece, en ciertos casos, la propagación de estacas foliáceas, más que por una influencia sobre la fotosíntesis por efecto del fotoperiodo. La formación radicular es promovida por una alta relación de auxinas, y su efecto de la luz sobre la rizogénesis varía en cada especie y cultivar (Bertazza et al. citados por Zolla et al. s.f.).

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