LA FORMACION Y EVOLUCION DEL SUELO (SOLO TEXTO)

 

LA FORMACIÓN Y LA EVOLUCIÓN DEL SUELO

La formación y la evolución del suelo bajo la influencia de los factores y procesos pedogenéticos conduce a la diferenciación de capas o estratos sucesivos de textura, de estructura, de color y de otras propiedades diferentes, llamadas horizontes. Estos horizontes se encuentran relacionados genéticamente entre sí. El conjunto de horizontes constituye lo que se llama el perfil del suelo. El sustrato geológico (la roca madre) proporciona, por su descomposición, los elementos minerales del perfil, mientras que la vegetación da origen a la materia orgánica: los factores climáticos y biológicos provocan una transformación y una mezcla más o menos completa de estos elementos; además las sustancias solubles o coloidales pueden desplazarse de un horizonte a otro: algunos se empobrecen y otros se enriquecen.

El conjunto de estos procesos conduce a la diferenciación de los horizontes, es decir al desarrollo del perfil del suelo. Un horizonte puede ser definido como una capa de suelo aproximadamente paralelo a la superficie de la tierra, que se diferencia de las capas adyacentes genéticamente relacionadas por sus propiedades físicas, químicas o biológicas o por características tales como color, estructura, textura, consistencia, clase y número de organismos presentes, grado de acidez o de alcalinidad, etc.

La diferencia principal entre las dos clasificaciones es que, mientras la designación de los horizontes genéticos expresa un juicio cualitativo acerca de la clase de cambios o procesos que se suponen que han ocurrido en el suelo, los horizontes diagnósticos son definidos cuantitativamente con una gran precisión por sus caracteres morfológicos, químicos y físicos, los cuales son utilizados para diferenciar entre taxa de suelos. El concepto de perfil, que es un corte vertical plano del suelo, es sustituido por el de pedón considerado como un volumen, en el cual los horizontes constituyen capas superpuestas. Los horizontes genéticos del suelo, no son equivalentes de los horizontes diagnósticos de la Taxonomía de Suelos Norteamericana.

Los científicos de la ciencia del suelo clasifican a los cinco factores de formación del suelo como: factores activos y factores pasivos. El clima y la biota se identifican como los factores activos de la formación del suelo, debido a que su influencia sobre el desarrollo del suelo puede observarse directamente; Por ejemplo: lluvia, altas y bajas temperaturas, viento, microrganismos (algas y hongos), lombrices de tierra y animales excavadores. Por otra parte, los factores pasivos son el tiempo, la topografía y el material parental, porque sus efectos no se observan directamente.

PROCESOS GENERALES DE FORMACION DEL SUELO

Crompton (1962) agrupa a los procesos de formación del suelo en cuatro grupos:

1.     Meteorización

2.     Translocación

3.     Ciclo Orgánico

4.     Erosión - Aporte Superficial

 

Wright y Bennema (1965), consideran que estos procesos pertenecen a tres regímenes:

1.     Descomposición

2.     Orgánico

3.     Rejuvenecimiento

El primero, incluye los procesos de Meteorización y Translocación de Crompton, los otros dos corresponden respectivamente al Ciclo Orgánico y a los procesos de Erosión – Aporte Superficial de Crompton. El enfoque de Wright y Bennema y el de Crompton son, pues, casi idénticos.

Gaucher, G. (1968) distingue por una parte, los Procesos Elementales y los Procesos

Tipogénicos, y por otro distingue, dentro de la edafogénesis, dos tiempos: la formación y la evolución del suelo.

 

 

La formación del suelo incluye:

      Desintegración y descomposición de la roca madre (meteorización).

      Acumulación de materias minerales: aluvionamiento, coluvionamiento y aporte eólico.

      Acumulación de materia orgánica.

 

La evolución del suelo incluye:

      Migración de materias orgánicas y minerales tanto solubles como coloidales, descendentes o ascendentes.

      Acumulación de los productos de la migración, ya sea en un horizonte profundo (B o C) o en la superficie.

 

De acuerdo a lo expuesto por Crompton, Wright y Bennema, Robinson y Gaucher, los procesos elementales de formación del perfil del suelo son los siguientes:

1.     Meteorización de las rocas y minerales.

2.     Acumulación y evolución de la materia orgánica.

3.     Translocación de compuestos solubles o coloidales en el perfil.

4.     Rejuvenecimiento del suelo (aporte de material fresco) por distintas vías.

A estos se les podría agregar al desarrollo de la estructura del suelo, reconocido expresamente por Brewer (1964), como proceso de formación del suelo.

METEORIZACION DE LOS MINERALES Y LAS ROCAS

 

El término meteorización comprende los procesos de transformación que experimentan los minerales y las rocas por acción de los agentes meteóricos: agua, aire, temperatura, agentes bióticos, etc.

En la actualidad se acepta que la meteorización de los minerales es un proceso de

formación del suelo, y el tema se considerará sólo en sus aspectos fundamentales porque el análisis detallado excede las necesidades de un curso básico de Edafología.

La meteorización de los minerales y rocas se refiere a los cambios en el grado de

consolidación y composición que se producen en la corteza terrestre, en la esfera de

influencia de los agentes atmosféricos e hidrosféricos. Consiste de dos procesos: uno

físico y otro químico, denominados respectivamente desintegración y descomposición, que en general actúan conjuntamente, aunque las condiciones ambientales, especialmente la topografía y el clima, pueden determinar el predominio de uno u otro proceso.

La meteorización física o desintegración es el cambio en el grado de consolidación de las rocas, es decir, el cambio desde un estado consolidado a otro no consolidado

(desagregado). Su mayor importancia radica en que lleva a los minerales y las rocas a un estado de gran división (o al menos de mayor división que el estado inicial), aumentando la superficie activa de los mismos lo que a su vez acelera considerablemente las reacciones de descomposición.

La meteorización química o descomposición es el cambio de composición química de las rocas, consolidadas o no. Como su propio nombre lo indica, es un proceso dominantemente químico, integrado por un complejo de reacciones de hidrólisis,

oxidación, hidratación y solubilización, entre otras.

 

METEORIZACION FISICA

La meteorización física conduce a la desintegración de las masas rocosas, disminuyendo el tamaño de las partículas de manera que la meteorización química resulta más factible y más rápida y conduce la transformación de la composición de los materiales. La desintegración tiene lugar por medio de agentes que actúan sobre la roca in situ o que la mueven y la desgastan.



El clima.

El clima es uno de los factores que influyen de manera directa sobre la formación del suelo, pues condiciona la velocidad de meteorización de la roca madre. Los elementos más importantes del clima en la formación de suelo son la temperatura y la precipitación. Estos dos parámetros del clima afectan la tasa de meteorización química y el crecimiento de las poblaciones de organismos, así como la velocidad de descomposición de la materia orgánica. Por una parte, el agua es el solvente y medio para todas las reacciones y procesos del suelo, mientras que la temperatura determina la tasa de reacciones químicas y la intensidad de la actividad biológica.

Biota.

La biota está representada por los organismos vivos. Por su actividad biológica, los organismos que integran la fauna del suelo tienen un rol fundamental en  la fragmentación, transformación y translocación de materiales orgánicos del suelo. En cambio, las raíces de la vegetación participan activamente para la formación del suelo, ya que son capaces de crecer dentro de las grietas y fisuras de las rocas, acelerando la meteorización. Las plantas contribuyen a la meteorización química debido a que producen ácidos orgánicos y dióxido de carbono, que son compuestos que aceleran el proceso de descomposición de los minerales y la liberación de nutrientes requeridos por las plantas.

El relieve.

La forma de la superficie de la tierra desempeña un papel fundamental en la formación del suelo. El relieve influye en la distribución del agua recibida por medio de la precipitación, por lo que afecta directamente el proceso de la erosión hídrica. Como regla general, las superficies elevadas con relieves inclinados o convexos pierden más agua por escorrentía, arrastrando sedimentos, por lo que los suelos son más someros. En cambio, las superficies más bajas que son cóncavos o depresivos reciben agua extra y sedimentos, por lo que el desarrollo de los suelos es más profundo. Además, en el hemisferio norte las laderas con orientación sur reciben más radiación solar que las de orientación norte, por lo que las laderas al sur son más cálidos y menos húmedos. Tal vez las diferencias entre las temperaturas sean de apenas 2 grados y de humedad sea mínima, sin embargo, los efectos con el tiempo se maximizan, formando suelos con un contenido de materia orgánica más elevada en las laderas del norte.

La roca madre.

Los suelos se derivan principalmente de las rocas, por lo que se le denomina material parental. Estos materiales definen en gran parte el color, la composición, la textura y la estructura de los suelos. Sin embargo, un mismo tipo de roca puede dar lugar a suelos con distintas características, dependiendo las condiciones del medio en el que evolucione. El material parental incide sobre la fertilidad del suelo en muchas maneras. En primer lugar, el tipo de material parental determina los minerales que predominan en el suelo. En segundo lugar, el material parental es la principal fuente de los nutrientes que se liberan en la solución del suelo, que posteriormente pueden ser absorbidos por plantas, otros organismos o lixiviados..

HORIZONTES GENÉTICOS

Horizontes genéticos principales

Las letras mayúsculas O, L, A, E, B, C, R y W, son utilizadas para designar y representar a los horizontes principales y capas de suelo (Figura 1).

La mayoría de los horizontes y capas requieren sólo una letra mayúscula como símbolo, pero algunos requieren dos. Se denomina regolita (también conocido como saprolita) al material resultante de la meteorización de la roca madre (todo el material no consolidado). Sobre este material actúan, en mayor o menor medida, los procesos genéticos formadores del perfil de suelo, dando origen al solum, que es la porción del suelo donde se concentra la mayor actividad biológica (generalmente se considera como solum a todos los horizontes que se encuentran por encima del horizonte C).

Capas u Horizontes O

Corresponden a capas dominadas por la materia orgánica. Algunas están saturadas por el agua durante largo tiempo, o lo estuvieron y ahora están drenadas, otras nunca estuvieron saturadas. Un horizonte O puede estar sobre la superficie de un suelo mineral o a cualquier profundidad debajo de la superficie si está enterrado.

Algunos horizontes O consisten de restos vegetales no descompuestos o parcialmente descompuestos, que han sido depositados en la superficie; Otros horizontes O consisten de material orgánico que ha sido depositado en condiciones saturadas y ha alcanzado diversos estados de descomposición. La fracción mineral de estos horizontes constituye solo un pequeño porcentaje de su volumen y generalmente bastante menos que la mitad de su peso. Algunos suelos consisten completamente de materiales designados como horizontes O.

Horizontes L

Los horizontes o capas límnicas incluyen tanto materiales minerales como orgánicos que fueron depositados por precipitación o por organismos acuáticos tales como algas y diatomeas o bien derivados de plantas subacuáticas o flotantes y subsecuentemente modificados por la fauna acuática. El horizonte L incluye materiales coprógenos (residuos fecales, tierras de diatomeas, y marga). Solo ocurre en el orden de los Histosoles.

Horizontes A

Consisten en horizontes minerales que se han formado en la superficie o abajo de un horizonte O. En ellos ha desaparecido totalmente o en su mayor parte la estructura de la roca madre, incluida la estratificación fina de los materiales no consolidados y muestran uno o más de lo siguiente:

1.     Una acumulación de materia orgánica humificada, íntimamente mezclada con la fracción mineral y no dominado por las características de los horizontes E y B.

 

2.     Propiedades resultantes del cultivo, pastoreo o perturbaciones similares.

Horizontes E

Horizontes minerales en los cuales el principal rasgo es la pérdida de arcillas silicatadas, hierro o aluminio, o alguna combinación de éstos, dejando una concentración de partículas de arena y limo. Estos horizontes presentan la desaparición total o de la mayor parte de la estructura del material original. Un horizonte E es comúnmente diferenciado de un horizonte B subyacente por un color más claro o más grisáceo, o ambos, por una textura más gruesa, o por una combinación de estas propiedades. En algunos suelos el color del horizonte E es el de las arenas o del limo, pero en muchos suelos los recubrimientosde óxidos de hierro y otros compuestos enmascaran el color de las partículas primarias.

El horizonte E es comúnmente diferenciado de un horizonte A sobreyacente por su color más claro. Generalmente contiene menos materia orgánica que el A. El horizonte E está normalmente cerca de la superficie, abajo de un horizonte O ú A y arriba de un horizonte B.

Horizontes B

Horizontes que se han formado abajo de un horizonte A, E, u O; están dominados por la desaparición de toda o la mayor parte de la estructura original de la roca y muestran uno o más de lo siguiente:

1. Concentración iluvial de arcillas silicatadas, hierro, aluminio, humus, carbonatos, yeso, o sílice, sola o en combinación.

2. Evidencia de remoción de carbonatos.

3. Concentración residual de sesquióxidos.

4. Revestimientos de sesquióxidos que hacen que el color sea de Value más bajo, de Chroma más alto, o de Hue más rojo, que los horizontes supra y subyacentes, sin iluviación aparente de hierro.

5. Alteraciones que forman arcillas silicatadas o liberan óxidos, o ambas, y que forman una estructura granular, en bloques o prismática si los cambios en los contenidos de humedad son acompañados por cambios de volumen.

6. Fragilidad Todas las diferentes clases de horizontes B son o fueron originalmente, horizontes subsuperficiales. Se incluyen como horizontes B, cuando son continuos a otros horizontes genéticos, capas con concentración iluvial de carbonatos, yeso, o sílice, que son el resultado de procesos pedogenéticos y capas frágiles (brittle) que muestran otras evidencias de alteración como una estructura prismática o acumulación iluvial de arcilla.

Capas u Horizontes C

Son los horizontes o capas, con exclusión de las rocas duras, que están poco afectadas por los procesos pedogenéticos y carecen de las propiedades de los horizontes O, A, E o B. La mayoría son capas minerales. El material del horizonte C puede ser o no similar al material del cual el solum presumiblemente se ha formado.

Se incluyen como capas u horizontes C los sedimentos, la saprolita, roca no consolidada, y otros materiales geológicos normalmente no cementados y caracterizados por presentar una baja a moderada dificultad en la excavación. Materiales que son altamente temperizados son considerados horizontes C, si no reúnen los requerimientos para ser A, E, o B. No se consideran cambios pedogenéticos aquellos que no están relacionados con horizontes sobreyacentes. Las capas que contienen acumulaciones de sílice, carbonatos, yeso, o sales más solubles, son incluidas en el horizonte C, aunque estén cementadas

Suelos calizos

Se llaman calizos a aquellos suelos que poseen un alto contenido de sales calcáreas (cales), típicos de lugares áridos y secos, ya que el agua normalmente hace fluir estos componentes químicos y diluye su concentración.

Se trata de suelos de color blanco o parduzco, duros y fáciles de erosionar, que a pesar de poseer una riqueza mineral relativa, son poco aptos para la agricultura y el cultivo. Los suelos calizos son típicos de altiplanos montañosos, planicies áridas y tundras, o sea, lugares en los que llueve esporádicamente, pero que cuando llueve, se inundan.

 

Suelos humíferos

Los suelos humíferos son los más idóneos para el cultivo y la agricultura.

Los suelos humíferos son suelos de tierra negra u oscura, ya que son ricos en materia orgánica en proceso de descomposición (humus). Por ese motivo retienen muy bien el agua, y se consideran los más idóneos para el cultivo y la agricultura.

Su formación se da gracias a la acumulación y descomposición de restos animales y vegetales, por lo que son típicos de regiones selváticas, campestres o de gran presencia biótica.

Suelos arcillosos

Los suelos arcillosos pueden variar del blanco al anaranjado.

Como indica su nombre, se trata de suelos que presentan un alto contenido de arcilla, o sea, de restos de rocas sedimentarias con silicatos de aluminio, como el feldespato o el granito, por lo que su coloración tiende a ir del blanco (mayor pureza) al anaranjado (menor pureza).

La principal característica de estos suelos es que son muy susceptibles a la retención del agua, ya que sus componentes tienden a formar coloides al hidratarse, saturándose rápidamente y produciendo así inundaciones.

En general eso los hace poco propicios para el cultivo y la agricultura, pero a través de una mezcla con humus y materia orgánica, pueden ser aprovechables para la siembra, siempre que se controle el drenaje y la acidez. Estos suelos son propios de regiones húmedas templadas.

Suelos pedregosos

Algunas especies vegetales salvajes están adaptadas a los suelos pedregosos.

Los suelos pedregosos están compuestos por rocas y fragmentos de rocas de gran y variado tamaño, es decir, que son suelos reconocibles a simple vista como acumulaciones de piedra.

Se trata de suelos complejos, con poca capacidad de retención del agua, cuyo manejo exige retirar primero las piedras y muchas veces también una labor de nivelado, ya que son típicos de regiones montañosas. No son buenos suelos para la agricultura, aunque algunas especies vegetales salvajes estén adaptadas a ellos.




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